domingo, 25 de diciembre de 2016

Regalos por Navidad

La Navidad como ya hemos visto en entradas anteriores ha perdido la esencia religiosa y se ha convertido la fiesta consumista por excelencia. Compramos regalos que ponemos bajo el árbol o metemos en calcetines colgados en la chimenea, las parejas se regalan entre sí y compañeros de trabajo obsequian en ocasiones al amigo invisible. ¿Pero, por qué nos hacemos estos regalos?
Aunque la Navidad es una fiesta cristiana de enorme trascendencia para los creyentes, la forma en que se celebra proviene, en realidad, de tradiciones paganas de origen romano y griego muy populares entre la gente. Con esas fiestas, conocidas en el mundo romano como las Saturnales, se celebraba el fin del solsticio de invierno, que culminaba el 25 de diciembre, para dar inicio a las calendas -el primer día de cada mes para los romanos- de enero. Pues bien, durante las Saturnales, que eran conocidas como las fiestas de los esclavos, éstos recibían raciones extra, tiempo libre y otras prebendas. Para los romanos, estos eran días de diversión, banquetes e intercambio de regalos con los que celebrar el final de la siembra de invierno.

Estas fiestas eran muy populares entre la gente, con lo que a la Iglesia le resultaba muy difícil acabar con esta tradición. Además, necesitaba no solo atraer a los 'paganos' a su seno, sino hacer que se sintieran a gusto como miembros de la cristiandad. Por tanto, una vez que el imperio romano permitió el cristianismo dentro de sus fronteras, se produjo una especie de sincretismo religioso, en el que se fusionaron costumbres paganas con creencias cristianas.
Eso dio origen a la Navidad. No hay referencia histórica de que el nacimiento de Jesús fuera celebrado por los cristianos antes del siglo III, sin embargo se estableció el 25 de diciembre como fecha del nacimiento para reemplazar la celebración pagana, precisamente porque ese día los romanos celebraban el nacimiento del Sol Invictus.
En las fiestas Saturnales, se decoraban las casas con plantas y se encendían velas para celebrar esa nueva venida de la luz. Los romanos amigos y familiares, se hacían regalos (en un principio, recordando a antiguos rituales, velas o figurillas de barro) como los que se hacen en la fiesta de la Navidad.
Inicialmente, la Navidad cristiana no asumió la costumbre de los regalos. Para ello hubo que esperar al siglo IV, cuando apareció en Turquía la figura de San Nicolás, también conocido como San Nicolás de Myra (en oriente, por su lugar de fallecimiento) o San Nicolás de Bari (en occidente, por el lugar donde fueron trasladados sus restos cuando los musulmanes conquistaron Turquía). Pues bien, San Nicolás, que había nacido en una familia acomodada, hacia caridad dando regalos a los pobres, en especial a los niños. Su ejemplo sirvió para recuperar la tradición del regalo.
A San Nicolás, que dio origen a las figuras de Papa Noel y Santa Claus, se le imputan numerosas leyendas relacionadas con resurrección de niños y dotación de vírgenes. Una de ellas cuenta que una noche, cuando trataba de transportar tres bolsas de oro hasta las tres hijas de un mercader arruinado, una de las bolsas cayó dentro de los calcetines que colgaban de la chimenea para secarse y que por eso desde entonces se cuelgan los calcetines en espera de regalos de Navidad.
Desde 1164, en España existe la costumbre de obsequiar a los niños, el 6 de enero, con juguetes en memoria de los regalos -oro, incienso y mirra- que los Reyes Magos llevaron al Niño Jesús. En la actualidad, esta tradición se ha mezclado con la de Santa Claus.
Como habéis podido observar existe una larga historia detrás de las tradiciones navideñas, teniendo en muchas ocasiones su origen fue pura casualidad. Sin más dilación os deseo unas felices fiestas (o lo que queda de ellas) y descansad estas vacaciones, que viene haciendo falta.

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